El beisbol y su infraestructura, en favor del espectáculo.

Texto y fotos: José R. Castillo Argüelles.

El estadio Guillermón Moncada, cuartel general de los actuales campeones nacionales, presenta por estos días un singular panorama: de un lado, la efervescente actuación de atletas y entrenadores que menudean sobre su excelente terreno -orlado por la merecida reputación de tener, entre sus pares del país, uno de los mejores drenajes- y de otro lado, simultáneamente, el acucioso trabajo de los constructores encargados de la modificación de los bancos del equipo home club y del visitador

Como se recordará, la histórica instalación deportiva ha sido punto obligado de referencia en los últimos años por haber acogido, más de una vez, la ceremonia inaugural de nuestro clásico invernal, algo que ocurrirá de nuevo el próximo 29 de noviembre cuando se corran las cortinas de la 48 Serie Nacional.

Esa circunstancia ha comportado los reiterados trabajos de remozamiento general y de mejoramiento en áreas específicas que van convirtiendo al Guillermón Moncada, cada vez más, en una confortable plaza para futuras competiciones nacionales e internacionales, acogedora por igual para el público asistente, como para los propios atletas.

Adicionalmente, el hecho de haber sido escenario de eventos de carácter internacional, tal el caso más reciente de la XV Copa Intercontinental La Habana 2002 en la que sirvió como sub-sede, también ha aportado su granito de arena en la renovación del estadio; así como en la modernización de algunos aspectos de su estructura.

Así las cosas, el gigantesco recinto ha resultado bendecido por la relevante actuación del béisbol santiaguero en nuestro campeonato nacional a lo largo de la última década al convertirlo en plaza de grandes acontecimientos y, al propio tiempo, por el hecho de ser una instalación emblemática de este deporte en Cuba.

Comprobar su realce actual es vivir un momento de legítima fruición y orgullo: los bellos jardines perimetrales, la impresionante silueta de su arquitectura; sus atrayentes colores, asociados por sus tonalidades al uniforme del aguerrido equipo santiaguero, las relucientes áreas para el servicio gastronómico, el bien cuidado césped, el impecable trazado de su diamante, las mallas metálicas que a modo de torres facilitan -por ambas bandas- la delimitación del curso de la pelota, sea fair o foul; el anillo de colchones que protege a los atletas, la espaciosa sede de la Comisión Provincial de Béisbol con vista panorámica hacia el terreno de juego y la majestuosa pizarra electrónica del jardín central son hoy señales distintivas de la venerable instalación.

Ahora se trata de mejorar los bancos con un nuevo diseño mediante el cual los jugadores estarán a nivel del terreno y delimitados por vallas metálicas que obligarán a los atletas a permanecer en su interior y garantizarán la mayor seguridad en la escena de competencia; aspecto que en algo nos recuerda a los del estadio donde se disputó el beisbol olímpico en Beijing 2008.

Esa será la novedad que mostrará en su apariencia el Guillermón Moncada cuando se de la voz de play ball el ya cercano 29 de noviembre.

A la par con este aire renovador y con la voluntad inversionista que lo ha beneficiado a lo largo de estos años -a pesar de las limitaciones que padece el país- han de andar la amorosa labor de sus trabajadores de mantenimiento, celosos guardianes de los avances logrados, y el cuidado que le dispensarán los miles de aficionados que una y otra vez se darán cita en sus gradas para vivir intensamente las emociones de nuestro deporte nacional.

La garantía para esos momentos de dramatismo y goce la brindarán las acogedoras condiciones del escenario deportivo y las habilidades y hazañas de que harán gala los atletas, encargados de hacer historia al fragor de la competencia.

Por ello, al contemplar hoy en el Guillermón Moncada la conjugación de esfuerzos compartidos entre atletas y preparadores de nuestra preselección provincial, por una parte, y constructores, por la otra, no pude menos que pensar en esa fecunda combinación entre el béisbol y su infraestructura en favor de nuestro más grande espectáculo deportivo

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