Metropolitanos en rol de verdugo

Realmente no quiero ser mal pensado pero esta temporada parece ser una especie de prórroga para el maltrecho y cuestionado equipo de Metropolitanos con el propósito de validar su presencia en nuestro campeonato nacional en detrimento del batallador equipo de Isla de la Juventud.

Si la decisión en ciernes, como todo parece indicar, es volver a dejar en 16 la cifra de conjuntos participantes en nuestro certamen élite es obvio que no quedarían fuera las nóminas de los flamantes territorios de Artemisa y Mayabeque y entonces la alternativa seria Guerreros o Pineros.

Más allá de criterios estrictamente demográficos e incluso logísticos y de otro tipo, según los cuales la capital es mayor  y mejor cantera de peloteros que el pequeño espacio insular, lo innegable es que la historia escrita por ambos elencos en nuestro clásico invernal certifica de modo concluyente a estos últimos y descalifica a los primeros, destinados malsanamente a oficiar como sucursal de Industriales.

Adheridos, en flagrante calco, a la idea de que sin una nave azul que navegue felizmente hacia la postemporada no hay campeonato cubano que valga se ha llegado al extremo de mantener competitivo el estandarte giraldillo a toda costa, incluso otorgándoles el privilegio de tener una especie de segunda Liga de Desarrollo al mayor nivel, pues esa y no otra cosa es lo que ha significado Metropolitanos como soporte de una nómina vecina desarticulada más de una vez por razones harto conocidas.

Quiero repasar brevemente los anales más recientes. 

En las últimas ocho temporadas, sin contar la que está en curso, la mejor ubicación de Metropolitanos fue el décimo lugar alcanzado en la Serie Nacional 43, luego el puesto catorce logrado al año siguiente, el peldaño quince en la Serie Nacional 46 y en las cinco ocasiones restantes resultó el peor equipo del país.

Isla de la Juventud por su parte en este mismo lapso llegó tres veces a la postemporada: series 43 (octavo lugar), 45 (sexto lugar) y 48 (octavo lugar). Su peor resultado fue la casilla quince en la Serie Nacional 49, pero incluso esa vez quedó por delante de Metropolitanos que se sumergió casi como una costumbre en las ingratas profundidades del sótano.

Sin discusión, los merecimientos apuntaban inexorablemente hacia la Isla de la Juventud al momento del surgimiento de las nuevas provincias de Artemisa y Mayabeque, a consecuencia de lo cual la cifra tradicional de dieciséis participantes obligaba a excluir a uno en la nueva realidad político administrativa.

Sin embargo, la decisión dejar fuera un equipo y mantener el formato tradicional no llegó y a contrapelo de la lógica más elemental, que aconsejaba no sólo mantener la estructura validada por la práctica sino evitar un crecimiento pernicioso en época de crisis económica, nació la actual criatura deforme y el correspondiente calendario surrealista que enfrentamos.

Entramos por tanto en tiempos de la prórroga a la que he hecho referencia-aludo a la actual Serie Nacional 51-  a lo largo de la cual empezaron a menudear en los medios nacionales las opiniones de algunas figuras emblemáticas de nuestro beisbol que defienden ardorosamente la permanencia de Metropolitanos en el certamen, un sistemático esfuerzo en las trasmisiones por apuntalar estadísticamente la ¨credibilidad¨ de los segundones de la metrópoli y a ello se suma por estos días el sonido de las fanfarrias con motivo de la irrisoria cadena de siete triunfos al hilo tejida por los Guerreros, sin tomar en cuenta que comparativamente en la Zona Oriental sólo aventajaría a Camagüey, ocupante del sótano.

No voy a discrepar de lo obvio: la mayor población,  las mejores posibilidades materiales e incluso un soporte técnico y pedagógico superior están claramente a favor de la capital y no del modesto y pequeño territorio ultramarino.

Por tanto, me adelanto a lo que parece previsible:  los argumentos que acabo de exponer en el párrafo anterior, así como el repentino maquillaje mediático al descolorido Metropolitanos y  la caída en barrena de Isla de la Juventud parecen llevarnos de la mano a la sobrevida del cuestionado segundo elenco de la capital, que sería de facto potencial verdugo de sus pares insulares

Ante esa realidad, vamos a ser consecuentes. 

¿Quieren que la capital tenga dos equipos?. ¡Que los tenga! Pero entiéndase bien, dos equipos competitivos, sin vasos comunicantes entre ellos para inflar a uno y desinflar al otro a su antojo.

Dos equipos que den batalla en igualdad de condiciones, dos equipos que aporten lustre a nuestro pasatiempo nacional, dos equipos que se disputen las preferencias de la afición capitalina, dos equipos que tengan autoestima y personalidad propia.

De ser así, habrá ganado el beisbol cubano, de lo contrario Metropolitanos seguirá asumiendo la triste misión de escudero de Industriales y el precio a pagar por los pineros sería baldío.

Así pienso, queridos amigos, ojalá me equivoque.


Cuba, deportes, beisbol

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