52 Serie Nacional de Beisbol, apuntes sobre la nueva estructura




















Este viernes, al fin, se dio a conocer la nueva estructura de nuestras series nacionales, parte integrante de las transformaciones que emprende el beisbol cubano para mejorar sus resultados y ponerse a tono con los cambios ocurridos en el escenario internacional, signado por la presencia de equipos más competitivos que incluyen en sus nóminas a peloteros con experiencia profesional.

Ante la lógica imposibilidad de adherirse -en su conjunto- al elevado número de propuestas surgidas de la consulta nacional llevada a cabo por las autoridades de esta disciplina se optó por un formato que pretende recoger lo mejor y más provechoso surgido al calor del debate, para trazar la línea de acción enfilada a alcanzar los objetivos propuestos.

Tengo la certidumbre de que no todos compartirán la fórmula adoptada, a fin de cuentas la amplia discusión previa dejó aflorar inequívocamente un variopinto recetario para encarrilar las proyecciones de nuestro deporte por excelencia.

Por mi parte creo que entre los aspectos potencialmente controvertidos pueden estar, primero, la segmentación de nuestra Serie Nacional, cuyo anterior formato ya gozaba de un fuerte predicamento y, segundo, la utilización de los refuerzos.

En tal sentido quiero desgranar algunas ideas.

Pienso que la socorrida territorialidad a la que con tanta fuerza nos apegamos, a  grandes rasgos se mantiene. El hecho de que los equipos clasificados tengan opción a cinco refuerzos no descalifica al estandarte territorial.

Indiscutiblemente esta cláusula recuerda a la fenecida Copa Revolución -tan profusamente vilipendiada- y en consecuencia puede levantar suspicacias en buena parte de la afición.

Ahora bién ¿será que la Copa Revolución fracasó tan sólo por el hecho de permitir la inclusión de refuerzos?

A decir verdad, creo que no.

Ese certamen corrió la misma suerte que todos los que lo precedieron en el empeño de crear un evento élite, por encima de la entrañable Serie Nacional, que es nuestro campeonato por excelencia, con un poder de convocatoria cimentado a lo largo de una historia llena de episodios legendarios.

Luego la idea de articular en la propia Serie Nacional una etapa que propicie una concentración de la calidad y por ende un mayor nivel de exigencia para los atletas, me parece absolutamente sensata.

Por supuesto, la mitad de los jugadores quedarían fuera de la competencia tras el primer segmento, más al propio tiempo una cifra nada desdeñable de más de 250 peloteros se verían inmersos en la etapa culminante de la lid, tramo que cuajaría con el demandado ¨techo¨ superior que nos aclimate mejor para las exigencias extra-fronteras.

Los peloteros de más calidad entre los equipos excluidos (en número de 40) serían seleccionados por la Dirección Nacional de Beisbol para crear un draft del cual los conjuntos clasificados que lo deseen podrán escoger hasta cinco refuerzos cada uno.

Estoy persuadido de lo arraigado que ha estado el estrecho concepto de la territorialidad en la mente de todos como divisa para mantener la polarización de los parciales, sin embargo quiero llamar la atención sobre un ejemplo reciente: Matanzas en su histórica temporada no hizo distinción entre atletas oriundos del terruño o procedentes de otras provincias para asumirlos como parte suya y brindar a su equipo cálido y sostenido respaldo que echó por tierra el manido argumento.

De lo que se trata es de que haya atletas motivados y equipos determinados a entregarse sin reservas en cada juego, premisa que tiene que ser catalizada, además, por algunos de los resortes que aún quedan en el tintero, dígase -entre otros- la elevación del estímulo material a los peloteros y la recompensa al campeón nacional de poder representar al país en un torneo foráneo.

Esa apoyatura material y moral conseguirá desatar todas las reservas volitivas individuales e inflamar el espíritu colectivo en pos de la victoria, de manera que, contrariamente a lo que tal vez algunos piensen a estas alturas, habrá que descartar de antemano la sub-utilización de los refuerzos, por el mero hecho de su procedencia. A fin de cuentas, convocarlos es una libre decisión de los equipos encartados en la segunda etapa.

Por lo tanto sostengo que la territorialidad a ultranza es una página que debe quedar detrás definitivamente.

Las comparaciones con experiencias en otras latitudes tal vez no sen muy felices, no obstante por más apasionados que seamos de lo nuestro hay un referente universal en materia de campeonato-espectáculo, me refiero a las denominadas Grandes Ligas.

¿De donde proceden los atletas que engrosan las nóminas de los diferentes equipos?, ¿cuántas veces a lo largo de sus vidas deportivas no cambian de casaca y de estandarte?  Más ni lo uno ni lo otro le restan un ápice a la respuesta de los fanáticos, por usar el término que allá emplean.

Soy del criterio que la nueva fórmula puede tener resultados positivos si se acompaña por el rigor, la sistematicidad en su aplicación.

Tal vez no sea la panacea,  pero tiene ingredientes que pueden ayudar a enmendar algunos errores del pasado y contribuir a la recuperación del terreno perdido  en nuestro pasatiempo nacional.

Entiéndase bien, CONTRIBUIR, porque hay otras muchas aristas que es necesario recomponer para lograr avances integrales, entre ellas un sólida logística para promover una auténtica y abarcadora masividad, el trabajo riguroso desde la base y la vuelta de la Liga de Desarrollo.

Así lo creo.. y ustedes ¿qué piensan?

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